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El óxido se forma cuando el hierro reacciona con el oxígeno y la humedad, creando una capa de óxido escamosa y dañina. Para eliminarlo es necesario romper el vínculo entre el óxido y el metal subyacente sin dañar el material que hay debajo. La eliminación del óxido con láser y el chorro de arena son dos técnicas muy utilizadas para ello, pero funcionan según principios fundamentalmente diferentes: una se basa en la energía fototérmica y la otra en la abrasión mecánica. Eliminación del óxido con láser La eliminación del óxido con láser funciona mediante un proceso denominado ablación láser. Se dirige un rayo láser de alta intensidad, normalmente procedente de un láser de fibra, hacia la superficie corroída. La capa de óxido absorbe la energía del láser, que calienta y expande rápidamente el óxido, provocando que se vaporice o se desprenda del metal que hay debajo. La longitud de onda y la potencia del láser se pueden controlar con precisión, lo que permite a los operadores actuar sobre profundidades y tipos de corrosión específicos. Dado que el óxido tiene una tasa de absorción diferente a la del metal desnudo, el láser se puede ajustar para eliminar solo la capa de óxido sin afectar al material base. El proceso es sin contacto, lo que significa que no hay desgaste físico en el equipo ni en el sustrato. También es muy localizado, lo que lo hace ideal para superficies detalladas, inscripciones o formas irregulares. Los sistemas de limpieza por láser suelen incluir sensores en tiempo real o automatización para obtener resultados uniformes. No hay residuos secundarios como arena o polvo, lo que lo convierte en una solución limpia y ecológica. Sin embargo, el coste inicial de los sistemas de limpieza por láser es elevado y, por lo general, eliminan el óxido más lentamente que los métodos abrasivos, especialmente en superficies grandes. Eliminación de óxido mediante chorro de arena El chorro de arena, también conocido como chorro abrasivo, es un método mecánico de preparación de superficies. Consiste en propulsar un chorro de alta velocidad de material abrasivo, normalmente arena, granalla de acero, perlas de vidrio u otros medios, utilizando aire comprimido o una rueda centrífuga. Este chorro abrasivo golpea la superficie oxidada, desprendiendo físicamente la corrosión y cualquier contaminante de la superficie. A diferencia de la limpieza con láser, el chorro de arena no es selectivo. Elimina todo lo que encuentra a su paso, incluyendo el óxido, la pintura y, a veces, incluso una capa del metal subyacente. Es muy eficaz para limpiar grandes superficies, superficies rugosas o piezas muy corroídas en las que la precisión no es tan importante. Se pueden elegir diferentes medios y técnicas de chorro (por ejemplo, chorro seco frente a chorro húmedo) en función del acabado deseado. Sin embargo, el chorro de arena puede generar polvo, riesgos medioambientales y riesgos para la salud debido a las partículas en suspensión. Además, con el tiempo desgasta tanto el equipo como el material que se limpia. La eliminación de óxido con láser y el chorro de arena operan en extremos opuestos del espectro tecnológico. La eliminación con láser es precisa, programable y limpia, ideal para aplicaciones delicadas o de alto valor en las que la integridad y la limpieza de la superficie son importantes. El chorro de arena, por el contrario, es potente, rápido y resistente, adecuado para tareas pesadas y superficies más grandes donde la precisión no es fundamental. Cada método tiene su lugar. La clave está en comprender la naturaleza del óxido, la sensibilidad de la superficie y el resultado deseado, y luego elegir la herramienta que ofrezca el mejor equilibrio entre eficiencia, seguridad y coste.